Traducctor!

lunes, 11 de febrero de 2013

Estar a 3MSC

Yo era de las que se enamoraba con una mirada, de las que no le importaba subir a tres metros sobre el cielo aunque sabía que la hostia que me daría cuando cayese me dolería. De las que pensaba que el primer tío que la dijese ‘’Buenos días princesa’’ se iba a quedar con migo toda la vida. De las que esperaban a su príncipe azul con la esperanza de que no se hubiese encontrado con ninguna zorra poligonera en el camino. De esas que te volvían loca diciéndote que le querían y a los dos minutos que le odiaba, aunque en el fondo todas sabíamos la realidad. De las que se sabían el cuento de Cenicienta de memoria. Así era yo, una niña, una princesa que había crecido con el tiempo, sí, pero seguía atrapada en el mismo cuento de hadas que cuando tenía tres años.
Y hoy, hoy he cambiado tanto... Yo, que ahora me pinto los labios de rojo porque quiero dejar huella, yo que me pongo los tacones más altos de mi armario, esos que no me hacen tocar el cielo con la punta de los dedos, sino pisar firme sobre él. Yo que ahora me pongo el vestido más corto que encuentro. Que siempre llevo los ojos negros, que enloquezco bailando después de haberme tomado unas copas de más. Yo, que dejé de estar a tres metros sobre el cielo para pisar firme en la realidad, pero de mi propio mundo, claro. Yo, que me bebo las noches en la ciudad, que sonrío, pero siempre con segundas intenciones, claro está. Yo que un día decidí improvisar y arriesgar. Yo, que le di calabazas al príncipe en el baile, y en vez de irse a casa a las 12 llegé de madrugada, borracha, con los tacones en la mano y las medias rotas. Yo, tan loca, tan alegre, tan diferente y a la vez tan igual, tan niña, tan inmadura, tan absurdamente feliz...

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